Testimonios
& Críticas

“EL MANDARIN MARAVILLOSO”
ES UN MARAVILLOSO SKOURATOFF

“Volodia, Volodia”. A la luz de las lamparillas, llaman a Volodia. Con pequeños pasos, la mirada profunda, los cabellos en desorden en corona como capucino (sin tonsura),Volodia llega. Nunca parece apresurado y su modo burlón es tal que bien podría haber nacido en la Butte como en un barrio londinense.

Y sin embargo, se llama Wladimir Skouratoff, como todo el mundo! Danseur étoile de los ballets del Marqués de Cuevas, Skouratoff es la simplicidad no hecha bailarín, sino humanizada. Maravilloso intérprete romántico, aborda el rol del “Mandarin maravilloso” con una furia, un fauvismo dramático que la imagen habitual del primer bailarín clásico no deja
adivinar.

El ha trabajado sin descanso con Lazzini desde hace una semana, tratando siempre de volver más expresivo a este personaje fabuloso para el cual Bela Bartok escribió una música fogosa y sensual.

Super-hombre dotado de un poder sobrenatural, el Mandarín es un ser llevado por el deseo, vuelto invulnerable a las heridas y a los golpes, sublime por su loca pasión. Para expresar mejor este combate del amor y de la muerte, Skouratoff se vuelve por momentos acróbata, comediante, monigote dislocado, mimo y, por cierto, bailarín, bailarín antes que nada.

Él, que recientemente en la televisión encarnó de manera magistral “Les Filles du feu” de Nerval, se complace en reconocer el sorprendente espíritu de equipo, la fe, que ha rencontrado en la Opera de Marsella.”Aún en una compañía de ballets, jamás había sentido vibrar tan ardientemente una misma alma común”. Con Catherine Verneuil, estrella de los ballets Miskovitch, y en quien recae la tarea abrumadora de ser la “joven” en juego, víctima y aguijón del Mandarín.

Skouratoff,( a quien se aplaudirá igualmente en el pas de deux de “Romeo y Julieta”) está feliz –y orgulloso, en sus propias palabras– de ser así incorporado enteramente al cuerpo de baile de la Opera de Marsella.

(Marsella, 1962)