Testimonios
& Críticas

Mephisto Valse II

Wladimir Skouratoff, hablándome sobre lo que había hecho para la televisión y que habíamos podido recuperar a través de la INA*, me decía frecuentemente que le hubiera gustado también recuperar un film que había realizado en 1951 con Ludmilla Tcherina y Edmond Audran. Lo que le había impresionado, además del hecho de que la coreografía era de Serge Lifar, con quien había trabajado tanto, es que la puesta en escena era de Ray Ventura. Yo ignoraba que este artista bien conocido en el mundo del Music Hall hubiera querido tratar este tema.

A pesar de mis numerosas búsquedas en la net, había que rendirse a la evidencia: ni rastro de Mephisto Valse. Hasta el día en que, después de al menos dos años infructuosos, descubro con horror que una copia de este film acababa de ser vendida en Internet, ¡pasando frente a mis propias narices a los pocos días!

Gracias a la perspicacia y a la tenacidad de Amalia Contursi, quien supo encontrar al comprador y negociar con él la posibilidad de obtener copias de este film, el cual, tras ser numerizado, pudo ser visible en nuestros equipos modernos, hemos sido capaces de apreciar este testimonio de una época en que la danza se filmaba poco y, sólo por eso, Mephisto Valse representa un documento irremplazable en la historia de la danza.

Estoy feliz, sobre todo porque Wladimir Skouratoff ha podido reencontrarse, aún cuando un artista jamás se siente satisfecho con lo que hace; en esta ocasión, ha estado muy decepcionado de sí mismo. He debido persuadirlo de que era, allí también, el magnífico danseur que siempre hemos conocido. Aún si las tomas están lejos de ser excelentes, podemos apreciar la altura de sus saltos, la delicadeza de sus recepciones, la rapidez de sus baterías. El es de una belleza increíble. Serge Lifar no hizo de Fausto el rol principal, sin embargo podemos descubrir, en las pocas apariciones de Skouratoff, la intensidad dramática y la poesía que ha sabido dar siempre a sus interpretaciones.

Su precisión de expresión en la caracterización del personaje es tal, que la impone al espectador, a pesar de los pocos momentos en que aparece. Los saltos han sido siempre su mayor especialidad. Uno se da cuenta de ello en este film, aún si la posición de la cámara con relación a él, no hace justicia completamente a la altura excepcional de sus saltos.

Felizmente, puede apreciarse bien la flexibilidad felina de sus caídas. Me impresionó también la rapidez de ejecución, que roza los límites de lo posible.

Aquí nuevamente, él tiene todo lo que se espera de un danseur: seguridad en la técnica, elegancia, don de caracterización, dulzura y pasión. El podía interpretar clásico, moderno, romántico, danza de carácter.

Yo le dije un día, luego de ver uno de los films de la INA, que su manera de bailar era atemporal; quería decir con ello que no estaba ligada a una época determinada. Si él hubiera debido bailar ahora de la misma manera que bailó en su época, habría sido acogido como uno de los mejores danseurs contemporáneos, sin cambiar lo que fuera en su manera de bailar. Y así lo sigo sosteniendo.

Elisabeth van Moere

* INA de Francia, Centro del depósito legal de la Radio-Televisión Francesa.