Testimonios
& Críticas
El homenaje a Volodia
El pasado 7 de enero 2015, la Asociación Amigos del Gran Teatro de Bordeaux realizó un homenaje a Wladimir Skouratoff, quien fuera su coreógrafo y maestro de ballet durante el período 1970-1990.
La vice-presidente de dicha Asociación, Mme. Maryse Ghibaudo, dictó una conferencia ilustrada con fotos, videos y extractos musicales relacionados con la obra de Skouratoff en el período mencionado, y de la cual transcribimos a continuación los párrafos más relevantes:
PREÁMBULO
“(…) deseo agradecer a todas las personas que, por un texto, por una foto, por una grabación, por una anécdota, por una conversación, contribuyen a hacernos conocer mejor a este inmenso artista, tan reservado y púdico, que era el maestro Skouratoff... Es un gran agradecimiento general, y no citaré a nadie, temiendo olvidar a uno u otro. No haré sino una excepción para nombrar a Thierry Fouquet: sobre la idea de un artista del ballet de hacer colocar en el Grand Théâtre una placa en memoria de Wladimir Skouratoff, M.Fouquet era el único autorizado para dar su aprobación: y lo hizo! Y tengo el gran placer de anunciarles que esta placa será próximamente colocada; que a él le sea grandemente agradecido!”
EL DECESO
“Wladimir Skouratoff falleció en Léognan el lunes 8 de abril 2013. A los 88 años, el último heredero de la gran tradición franco-rusa de la Danza partió en el silencio y la modestia en los que había vivido siempre… pero su recuerdo continuará viviendo en aquellos que lo admiraron tanto, sus amigos, colegas y alumnos en el mundo entero. Él reposa ahora en el Carré des Cadets, o Carré des Officiers, en el cementerio de St.Geneviève des Bois, cerca de su hermano Léon y no lejos de su mamá. A la izquierda de su tumba está la del cineasta Tarkhowski, y frente a la misma las de Noureyev y Serge Lifar. Extraña coincidencia! Algunos tramos más lejos, la de Volinine que fue también su profesor.
“Debemos a Charles Jude, el actual maestro de ballet en la ópera de Bordeaux, un homenaje merecido. He aquí un breve extracto de su testimonio: “Si Wladimir Skouratoff hubiera sido menos humilde, su trabajo habría sido más grandemente reconocido. Se lo tenía en gran estima en la capital, en donde se reconocía su trabajo de preservación de la tradición franco-rusa, y él aportó a Bordeaux su gran conocimiento del repertorio ligado a Diaghilew, Balanchine o Lifar. Entre otros, grandes clásicos como “Daphnis et Chloé”, “Coppelia” o “Cascanueces” hubieran merecido ser notados si la atención de los medios en la danza clásica no estuvieran focalizados en Paris.”
“Extraña coincidencia, que el homenaje que hoy, 7 de enero, le rendimos, sea también el día en que se celebra la Navidad rusa!”
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La tumba de Volodia en el cementerio Ste.Geneviève des Bois en Paris
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LA CONFERENCIA - PRESENTACIÓN
"¿Quién era Wladimir Skouratoff? Nacido en Paris el 22 de marzo 1925 de padres rusos emigrados, conoció desde muy joven a Gabriel Simonoff, su amigo de siempre, en casa de quien pasaría los 13 últimos años de su vida. Ambos frecuentaban la misma escuela y la misma iglesia ortodoxa y sólo hablaban entre ellos en ruso. En realidad Wladimir se llamaba Voldemar Pousenko, el nombre de su padre que era ucraniano. Cuando abordó su carrera, pareciéndole muy duro este nombre, lo cambió a Skouratoff, el de una bisabuela, y le agregó el sobrenombre “Volodia”, que amaba muy particularmente.”
“Su madre, Marguerite Ninontoff, nacida en Toula (cerca de Moscú) era una notable pianista. Volodia fue pues atraído por este instrumento desde su más temprana edad y quería convertirse en pianista. Una bailarina del Grand Théâtre cuenta que él llegaba a sus cursos siempre mucho más temprano y se sentaba al piano…”
“Pianista! Pero éso era sin tomar en cuenta la influencia de su madre que le exigió dedicarse a la danza.”
“Es pues dirigido a los estudios Wacker y bajo la dirección de Mme. Préobrajenska escala rápidamente los escalones hacia la perfección técnica…(…) trabaja pues asiduamente y ésto a pesar de algunas rebeldías: contaba con gusto y riendo como un niño, que un día había arrojado sus zapatillas de baile por la ventana y que otra vez se bajó del tren de Meudon-Paris que lo llevaba a los cursos! Sin embargo, guardaba una constante fidelidad a su profesora y regresaba a tomar sus clases cada vez que se encontraba en Paris…tanto como profesaba una verdadera adoración a su madre y no quería decepcionarla.”
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Maryse Ghibaudo. Foto: Henry Delannoy
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“Su hermano mayor Léon Ninontoff era pintor. Los años de la guerra volvían más difícil la situación familiar, había que ganar dinero para comer; lo que hizo, poniendo sus conocimientos todavía rudimentarios de la danza al servicio del “Cabaret del Lido”: trabajo nocturno agotador, que le dio no obstante una gran seguridad escénica.”
“Todo esto que hizo fue por su mamá, a quien veneraba aún cuando su exigencia de convertirse en bailarín le había pesado muchas veces…Su deceso lo afectó terriblemente; guardó por mucho tiempo su abrigo y su chal sobre el sillón situado a la entrada de su casa en Bordeaux.”
Maryse Ghibaudo continúa su conferencia rememorando la extraordinaria carrera de Skouratoff como danseur étoile, desde 1944 hasta 1963, y se refiere a la extensa tarea que como coreógrafo y maître de ballet desempeñó en el Grand Théâtre de Bordeaux desde 1970 hasta 1990:
“Luego de su extraordinaria carrera en Paris y en Londres, es contratado en 1970 por el Grand Théâtre de Bordeaux y viene entonces, con su mamá, a instalarse definitivamente en esta ciudad, en la rue de la Paix nº 6, en la casa en donde luego de varios años pintaría las puertas exteriores en rombos verdes y rojo-anaranjado, muy chillones…que a él le parecían muy bellos! Para él, estos colores evocaban las “isbas” rusas.”
“Su misión principal fue formar una compañía de ballet que se correspondiera con la gran tradición franco-rusa de la danza, en donde la influencia de su predecesor Marius Petipa, había sido tan grande…”
“Trabajó durante 20 años en este teatro, de manera modesta y silenciosa, un poco aislado, reencontrando cada noche con alegría a su compañera: Kissy, una linda gatita negra y blanca…”
“Finalmente pudo montar una compañía con la cual dio representaciones en los teatros de Vichy, Toulouse, Tours, Limoges, etc…”
Ver en este mismo sitio nuestra sección Su tarea como coreógrafo
“Temperamento a veces retraído, a veces taciturno, a veces risueño, se dejaba llevar algunas veces por la cólera repentina, fulgurante, si la cosa no marchaba como él quería: “no es así, no es así!” … o la injuria suprema: “son todos latinos!” (*)
(*) expresión francesa que significa “no entienden nada”
“Algunas veces una silla atravesaba el escenario raudamente…pero él también era risueño, juguetón, amante de las bromas: por ejemplo, le enseñó un día a Cyril Atanasoff, sin explicarle nada, una serie de nombres de pájaros en ruso, que éste debía transmitirle a Noureev…imaginarán sin duda la sorpresa de este último!”
En palabras de algunos de sus bailarines:
“Tenía el don; era un gran comediante y un bailarín de carácter formidable.”
“Gran intérprete de la música y su coreografía: ponía en ella la pasión, el ímpetu. Buscaba en los bailarines cosas que ellos mismos ignoraban. Poco importaba la técnica, debían casarse con la música, los sentimientos, haciendo siempre algo para realzar la personalidad.”
“Avaro de explicaciones, declaraba “esto no va, esto no va!” cuando no obtenía lo que quería: iba entonces a buscar la energía que extraía de los bailarines; ésta debía ser expresiva y musical al mismo tiempo.”
“Sabía muy bien hacer evolucionar a los grupos, los conjuntos, las multitudes, pero siempre en relación a la música. Finalmente, trabajaba con bastante velocidad y todo tomaba forma rápidamente.”
“El era de la raza de los “grandes señores”…él no bailaba: él era la danza!”
“Profesor y Director de la danza en el Conservatorio de Bordeaux, él nunca fue reconocido en todo su valor…Retirado del Grand Théâtre en 1990, una vez alcanzada la edad del retiro, no volvió a ver espectáculos enseguida. Sin embargo, continuó su carrera dando master clases y conferencias y montando ballets en la mayoría de los teatros franceses.”
“En 2000, rompiendo con su soledad y exorcizando el gran temor que había sufrido durante la tormenta de 1999, se instala con sus amigos rusos en Léognan…ustedes recuerdan al pequeño Gabriel, de la escuela y la iglesia ortodoxa…”
EPÍLOGO
“Aunque siempre me interesó, no conozco gran cosa de la danza; sin embargo, tengo una admiración incondicional por este arte y un profundo respeto por los bailarines. Y bien, luego de estos últimos meses en que la lectura me ha sumergido – entre otras – en la vida de Wladimir Skouratoff, una reflexión reviene sin cesar a mi mente: nos habremos percatado de la suerte inimaginable de poder estar, trabajar y colaborar con tal Maestro? No lo creo! Y cuando descubrí, no hace más de 15 días, un artículo fechado el 13 de abril de 1990 de la señora Florence Mothe, que cito: “Bordeaux no ha probablemente jamás comprendido quién era Wladimir Skouratoff”, me sentí confortada (y triste a la vez) por la idea de que hubiéramos pasado junto a un personaje fantástico! Esto no me involucra sino a mí, es sólo una pequeña acotación – que además no es el tema de hoy – pero tenía muchas ganas de expresarla en voz alta!”
“En el curso de 3 viajes (en 1996, 97 y 98) él descubre su “madre patria” y es para él una gran felicidad… En 2006, durante un homenaje rendido a Serge Lifar por su ciudad natal de Kiev, es convocado por el Théâtre de l’Opéra y viaja a Kiev. Su increíble memoria y su talento le permiten montar “Aubade” que Lifar había creado para él y Jeanmaire, 60 años antes!”
“En 1991 es operado de un cáncer y la radioterapia subsiguiente deteriora algunos órganos, entre ellos un riñón, necesitando años más tarde sesiones regulares de diálisis.”
“A lo largo de toda su enfermedad, dio prueba de un gran coraje (jamás se quejaba) y de una resistencia fenomenal. Una anécdota: era el primero en presentarse en el servicio de radioterapia el sábado a la mañana, partía a Niza para dirigir los ensayos del ballet, y regresaba el domingo a la tarde para retomar los rayos el lunes a la mañana…Es también sorprendente que Skouratoff haya podido desempeñar hasta 1990 sus funciones como Maître de ballet, afectado por un cáncer que, de estado avanzado en 1991, debía haberse declarado mucho antes! Siempre esta resistencia fenomenal!”
“Hasta 2010, daba clases a sus amigos en el vestíbulo de la casa de Léognan, madia hora todas las mañanas. No sé si era en la barra… enseguida él no dejaba jamás de tocar sus escalas (en el piano). Se complacía en decir :
—He bailado y tenido en mis brazos a las más bellas bailarinas…
—He tenido la carrera que deseaba con toda la felicidad que un bailarín puede tener…
—No pido nada más, espero que llegue mi hora…”
El homenaje a Skouratoff estuvo ilustrado con extractos de sus coreografías de "Bolero" y "La fille mal gardée" y con fotos diversas de distintos períodos de su vida.
Estuvieron presentes muchos de sus antiguos bailarines,como puede verse en las fotos que figuran a continuación y cuyos nombres mencionamos en orden alfabético: Charline Bourbon, Maryse Dumas, Joselyne Elie, Aline Gendre, Nadine Gravina, Christine Jeannin, Martine Magnon, Evelyne Mangeard, Pascal Manière, Jacqueline Masson, Régine Mauran, Sylvie Marchand, Brigitte Nadal, Michel Raffier, Andrée Renard, Pierrette Uliana.
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El conjunto de bailarines y colaboradores.
Foto: Henry Delannoy
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De la misma forma, el gran colaborador de Skouratoff , Henry Delannoy, exhibió sobre el escenario algunos de sus trabajos realizados para los ballets coreografiados durante un largo período de estrecha colaboración.
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Maryse Ghibaudo y Monique Simonoff
(a la derecha,
un diseño de Delannoy para “La bella durmiente del
bosque”)
Foto: Henry Delannoy
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La gran crítica de la música y la danza, Florence Mothe, presente en el homenaje.
Foto: Henry Delannoy
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